Tesla experimentó una de sus mayores reducciones en ventas durante el segundo trimestre de 2025. La empresa despachó 384.122 automóviles, marcando una disminución del 13,5 % en comparación con el mismo trimestre del año previo, cuando hubo 443.956 entregas. La producción global ascendió a 410.244 unidades, evidenciando una discrepancia entre la manufactura y la demanda real.
Estos resultados adversos se añaden al declive del primer trimestre, en el cual las ventas ya habían bajado un 13 %, y los beneficios se redujeron un 71 %. La influencia combinada ha activado señales de alarma entre inversionistas y analistas, quienes consideran esta tendencia como un indicio de que el crecimiento constante de la marca está falto de vigor.
Impacto de la incursión política de Musk
Uno de los factores más discutidos detrás de la caída es la creciente implicación de Elon Musk en la política estadounidense. Su breve paso por el gobierno de Donald Trump, al frente del recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), fue ampliamente criticado. Durante ese tiempo, Musk defendió políticas de recorte presupuestario en agencias como USAID, lo cual fue interpretado por sectores progresistas como una traición a ciertos valores de sostenibilidad y justicia social que Tesla había proyectado durante años.
El apoyo a Trump produjo una respuesta negativa entre un sector del mercado de consumidores. Se informaron incidentes de vandalismo hacia coches Tesla, puntos de carga y distribuidores, lo cual perjudicó la percepción pública de la marca en ciertos grupos y áreas geográficas importantes. A pesar de que Musk dejó el puesto en mayo, la imagen de la compañía ya se había visto comprometida.
Aumento de la presión competitiva
La caída en ventas también se explica por la intensificación de la competencia. Empresas como BYD, General Motors, Volkswagen y BMW han ganado terreno con vehículos eléctricos de calidad creciente y estrategias de precios agresivas. Frente a esta presión, Tesla ha intentado mantenerse relevante con nuevos lanzamientos y actualizaciones.
Entre sus esfuerzos recientes, destacan una versión renovada del Model Y, una edición más asequible del Cybertruck, mejoras en los modelos S y X, y el inicio de un servicio piloto de robotaxis en Austin, Texas. Sin embargo, estas novedades no lograron contrarrestar el descenso en las entregas del trimestre.
Reacción del mercado financiero
Simultáneamente, las acciones de Tesla experimentaron significativas disminuciones. A inicio de junio, los valores cayeron un 14 % en una jornada debido a un conflicto público entre Musk y Trump, después de que el exmandatario acusara a Tesla de supuestas fallas en los subsidios federales. El gobierno republicano incluso propuso revisar los beneficios fiscales que ofrecen reducciones de hasta 7.500 dólares por vehículo eléctrico.
La posibilidad de que estos incentivos sean retirados afectó directamente la confianza de los inversionistas, generando más presión sobre el valor bursátil de la compañía. Algunas entidades financieras comenzaron a revisar a la baja sus proyecciones de rendimiento para el segundo semestre del año.
Pronósticos para lo que queda de 2025
Los analistas proyectan que las ventas del segundo trimestre se ubicarán entre 355.000 y 392.000 unidades, con una caída interanual cercana al 15 %. Firmas como Deutsche Bank y JP Morgan advirtieron que la empresa podría cerrar el año con menos de 1,6 millones de vehículos entregados, una cifra inferior a las expectativas previas.
Aunque Elon Musk aseguró que el 2025 llegaría con crecimiento y recuperación para Tesla, los actuales indicadores presentan un escenario poco claro. A pesar de haber confirmado su dedicación a la compañía y haberse apartado de sus deberes políticos, el mercado sigue a la espera de pruebas tangibles de un cambio de dirección.
Desafíos de reputación y operativos
Más allá de las esferas políticas y económicas, Tesla también se encuentra con dificultades operativas. Inconvenientes técnicos en su sistema de conducción autónoma, revisiones por parte de reguladores en Europa y dudas en cuanto a la exactitud de la autonomía de sus baterías han minado la confianza de los consumidores. Además, su reputación como marca vanguardista y neutra se ha visto comprometida por la destacada presencia ideológica de su CEO.
Tesla está en una etapa crucial. Para recuperar su posición, no solo deberá reafirmar su liderazgo en tecnología, sino también restaurar su reputación pública y ajustar su enfoque de negocio a un mercado que es cada vez más competitivo y políticamente sensible.